No sé qué me pasa (relato)

Mía salió del baño con la garganta irritada y una horrible sensación en el estómago, se tiró en la cama mirando el techo y llamó a Ana por teléfono.

-¿Hola?

-Hola. No se qué me pasa, desde que hablamos estoy rara.
-Pero...¿qué pasó?

-No sé. No pude aguantarme y comí torta de chocolate, pero me sentí tan culpable que tuve que vomitarla. Ahora no me siento mejor, pero por lo menos sé que la torta no está conmigo.

-Yo también vomité esta mañana. Me levanté con hambre pero no quería comer, mamá ya me había preparado el desayuno, así que tuve que tomarlo. De todas formas sólo tomé la leche y cuando mamá se fue al trabajo vomité.
-¿No tenés hambre?
-Sí, mucha.

-No sé si esto está bien. Estuve leyendo en internet y hay muchas páginas que te explican por qué te pasa esto.
-Yo también investigué en la web, pero me metí en páginas que te explican cómo hacer para que tus padres no se den cuenta de que no comés.
-No sé si quiero no comer, Ana.

-Yo me siento mejor sin hacerlo.

Enseguida el padre de Mía tocó la puerta de la habitación.

-Mía, ¿podemos hablar?

Mía cortó el teléfono enseguida.

-Lamento decirte, hija, que estuve escuchando tu conversación telefónica. Sabés que no suelo hacerlo, pero creo que esta vez puedo ayudarte.


-No puedo creer que lo hicieras, ahora lo sabés todo.

-Sí, y me alegro de saberlo. Tu amiga y tú están muy equivocadas. Puedo entender que quieras preocuparte más por tí y tu figura, es normal. Pero no voy a permitir que te hagas daño. No comer trae un montón de problemas que no queremos que tengas y te considero tan inteligente como para entender que si no comes te mueres.

-Ya lo sé. Pero no aguanto más. No sé que hacer para verme mejor. Me da asco comer y no es porque tu torta esté fea, todo lo contrario, necesito comer impulsivamente y cuando vomito me siento mejor.
-Es un gran error. Estás teniendo un trastorno alimenticio. Se llama bulimia.

-Ya sé lo que es, pero papá yo vomité una sola vez.

-Y si yo no te escuchaba lo ibas a a seguir haciendo. NO está bien. Tienes que crecer sana, eres bonita, y quizás si fueras al gimnasio te ayudaría a sentirte mejor y no tendrías necesidad de lastimarte. Quiero que me prometas que no lo volverás a hacer. Sabés que podés contar conmigo para lo que  necesites, pero no creas que ahora no te tendré vigilada, y otra cosa... creo que deberías sacarle esta idea estúpida a tu amiga también.

-Gracias, pá.

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