AMISTADES PELIGROSAS ON LINE

Estas ‘princesas’ en busca de lo que ellas consideran perfección han desarrollado una amplia red de relaciones, facilitando así su identificación como anoréxicas o bulímicas. Respondiendo a unos comportamientos gregarios, mantienen largas conversaciones públicas, dan consejos personales, crean redes de apoyos para las que se encuentran más débiles y, sobre todo, se muestran muy orgullosas de lo que son y lo que están consiguiendo. ’21 días sin pasta, pan y arroz. Hagámoslo posible, sí se puede’, proclama orgullosa @Ana_Triste.

Esto, según el doctor Francisco Ordóñez, director de Tratamientos Psicológicos en Instituto Centta, agrava el problema pues "al formarse grupos de enfermos que se unen para apoyarse y compartir experiencias, se provoca un efecto de deterioro grupal: nadie en el grupo está sano a nivel psicológico y emocional, por lo que no existe un referente correcto de afrontamiento del problema".

Si una niña con algún problema de autoestima se encuentra ante ésta atmósfera aparentemente cálida, se sentirá comprendida y puede terminar sumergida en un trastorno mental más grave al ser arrastrada por las demás. Nos lo confirma Silvia Cintrano, directora del Área de Psicología Social del Instituto Centta: "Aquellas personas que padecen un TCA comienzan a mostrar conductas con respecto a la comida y a su aspecto poco aceptadas socialmente por ser evidencia de este tipo de trastornos. Sus grupos de pertenencia (amigos, familiares) presionan para que estas conductas desaparezcan, por lo que los afectados dejan de sentirse comprendidos".

Es complicado entender cual es la diferencia entre la apología de los TCA y la apología de otra enfermedad más estigmatizada como podría ser el sida o la hepatitis. A ninguna empresa o institución se le ocurriría permitir en su seno comentarios que animen a practicar sexo irresponsable e inseguro o a conductas poco higiénicas que pudieran fomentar el contagio de alguna enfermedad infecciosa de manera consciente.

Con el tema de la alimentación los límites no están tan claros. Como nos advierte el doctor Francisco Ordóñez: "está el criterio de normalidad, o de sentido común. Es difícil para una persona sin este problema, entender la fuerza con la que otra persona se aferra a un comportamiento destructivo de este tipo, llegando a valorar los objetivos de imagen física ideal por encima de su propia salud o de su vida".

0 comentarios:

Publicar un comentario