La bulimia y la anorexia están cobrando un preocupante protagonismo en las redes sociales.

En el momento en el que la red social de blogging, Tumblr, anunció que se dedicaría a ejercer un mayor control de sus contenidos, en especial sobre aquellos que incitaban o promovían actitudes alimenticias insanas, el debate se abrió. No hacía mucho que otra red social masiva, Twitter, hacía pública su nueva política de uso: censuraría contenidos atendiendo a la legislación vigente de cada país.

Dos decisiones muy parecidas pero a la vez muy divergentes que levantaron polvareda sobre todo porque hace apenas unos meses, Twitter se negó ante la consejería de Sanidad, que entonces capitaneaba Leire Pajín, a cerrar las cuentas de usuarios que hacían clara apología de la anorexia y la bulimia.

Un mes después de que Tumblr lanzara la noticia, lo cierto es que podemos encontrar varios blogs que defienden y promueven la anorexia y la bulimia sin ningún tipo de recato, con fotos, lenguaje explícito e historias reales de niñas afectadas por este problema.

Por otro lado, Twitter si que ha empezado a aplicar su particular censura, eliminando tuits etiquetados con #palantecomandante, #occupywallstreet o #EstamosconGrecia entre muchos otros hagstags. Una censura que podría solo obedecer a criterios ideológicos y que merma la libertad de expresión. Sin embargo, resulta paradójico que la incitación a la anorexia y a la bulimia esté más presente en esta red que en ninguna otra.

Y no se esconden. Las chicas (en su inmensa mayoría son chicas de 15 a 25 años siendo muy pocos los varones) que tuitean sobre su peso, sus deseos de perfección y sus dietas radicales no camuflan sus tuits con un lenguaje encriptado. Usan hashtags (etiquetas temáticas) como #carreradekilos o #anaymia y usan nicks tan evidentes como @Anadiccion, @SoyAnaPorTi, @sereunaprincesa. Estas denominaciones de ‘Ana’ para anorexia y ‘Mia’ para la bulimia no son nuevas, llevan siendo usadas en sus círculos desde la expansión del uso de internet, y el término ‘princesas’ en este contexto no es menos nuevo, por lo que sorprende que Twitter permita que su red se utilice para el fomento de la autodestrucción y los trastornos psicológicos de manera tan visible.

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